sábado, 13 de octubre de 2012

Que toda la vida es cine, y los sueños...









http://www.eldiario.es/sociedad/cines-recortes-crisis-yelmo_0_57044743.html


La piratería, dichosa piratería, siempre en el ojo del huracán. Y sí, es verdad que hace diez años el asunto era residual, y a día de hoy, la cosa se ha disparado. Si buscas en Google, a pesar de los intentos de la compañía puntocom, encuentras fácilmente lo que quieras. Si quieres quedarte con la versión de los proyeccionistas, allá tú. Si lo prefieres, te cuento la mía. Y, si no, deja de leer.

Cuando estaba en la universidad, iba todas las semanas al cine con mi novia. Llegamos a tener el 'problema' de no saber qué ver: íbamos con tanta frecuencia, que no fueron pocas las veces que, mirando la cartelera, no sabíamos qué película elegir porque ya habíamos visto tantas de las que había en cartel que las cuatro que nos quedaban no nos llamaban la atención. Y vimos algunas películas buenas, muchas películas pasables (pero que podríamos haber visto en vídeo tranquilamente en casa, pagando por ello bastante menos), y unas cuantas películas malas de solemnidad.

La diferencia entre ver una película mediocre hace diecisiete años y verla ahora, es que entonces la entrada nos costaba cuatrocientas y pico pesetas, y ahora, si traduzco el precio a la antigua moneda, los contadores que calculan el incremento del precio se vuelven locos. Vale, sí, por entonces teníamos el carnet joven, que implicaba descuentos de día del espectador de lunes a viernes. Y sí, han pasado unos cuantos años... pero las cuentas siguen sin cuadrarme. Tanto, que, si comparo mi situación de entonces (estudiante sin sueldo, que sobrevive con los que le dan sus padres para gastar en tabaco, cervezas, copas, cine y regalos para las celebraciones familiares en una familia numerosa) con mi situación actual (casado y sin hijos conocidos, pagando hipoteca y con la suerte de tener trabajo ambos dos), y las comparo con lo que iba al cine entonces y lo que voy ahora, resulta que antes, con mucha menos pasta para gastar, frecuentaba mucho más las salas.

Vale, antes no tenía casa propia (ni prestada por el banco...), por lo que si quería estar con mi amor tenía que salir a la calle a pasar frío en invierno y calor en verano, meternos en un bar a beber cervezas o ir al cine para pasar el rato. Y ahora podemos pasar un sábado entero de invierno sin salir de casa, con nuestra calefacción central y nuestra conexión a internet... Y podríamos ir al cine, pero pagar lo que piden por la entrada... ni de coña.

Por aquellos tiempos en los que me sabía la cartelera de memoria, el cine era barato y todo mi conocimiento sobre interconexión de ordenadores se basaba en un cable que se conectaba a unos puertos llamados 'COM' (que usaba para jugar al Doom con mi vecino de abajo), las salas eran grandes, generalmente había sólo una en cada cine, y las películas duraban uno o dos meses en cartelera. Ahora, que tengo conexión a internet de doce megas (no es que sea el Halcón Milenario de internet, pero corre lo suficiente como para escapar de los destructores del Imperio), el cine es caro, las salas se han multiplicado en cada cine y las películas duran apenas unas semanas. Pienso que los exhibidores se han subido a la parra, se han pasado tres pueblos... que han querido exprimir la gallina de los huevos de oro al mismo tiempo que ha surgido una alternativa distinta, la Red, en la que no han sido capaces de meter la cabeza porque la codicia les pierde. ¿Para qué queremos tantas salas, si las películas duran menos tiempo en cartel?


Pero podemos fijarnos en otro dato que nos aporta también el Ministerio: el número de salas no dejó de crecer hasta el año 2007 para luego caer, muy poco. Hoy tenemos 420 cines menos que en el año 2000 pero 1.450 salas más. Es decir, cerraron los grandes cines de una sola pantalla y se impuso el modelo del multicine, esencialmente en el centro comercial. Esta idea la trajo a España, por cierto, José Battle, en 1987. 25 años después se sigue amortizando el nuevo aliento que supuso la instauración del sistema americano de los multiplex. “

Y ojo a esto, no sea que nos vendan como pérdidas unos ingresos inferiores a los presupuestados. No sé cuál será la realidad, pero no sería la primera vez que alguien habla del descenso en los beneficios como si de pérdidas se tratara:

Desde enero de 2011, Yelmo ha acumulado unas pérdidas de 10 millones de euros” explica Alfonso de la Rica, portavoz de esta cadena propietaria de emblemáticas salas como los cines en versión original Ideal, en Madrid. La empresa “prevé unas pérdidas superiores a las del ejercicio anterior, provocadas por el descenso de espectadores”. El abandono de las salas ha originado un “descenso de los ingresos y pérdida del margen de beneficio”. ¿Dónde están los espectadores? De la Rica recuerda “la piratería” ya que “que los contenidos se distribuyan gratuitamente ha afectado mucho”, el impacto de la subida del IVA del 8 al 21 por ciento, y el bolsillo: “la entrada de cine nos parece a todos un artículo de lujo, que no lo es, si lo piensas cuesta lo mismo que un menú del McDonald’s”.


Ah, por cierto: pueden echar la culpa a la piratería. O al gobierno por su subida (salvaje, ciertamente) del IVA. Pero compararse con un menú de la llamada comida basura no dice mucho a su favor (independientemente del precio de ambos...).




(De aquella época recuerdo, entre otras, una película de serie B: 'Testigo mudo'. Fue una de esas que vimos por ver porque ya lo teníamos todo visto. Y nos reímos un montón con ella. No sé si hoy nos hubiera gustado, pero por entonces cumplió su cometido: hacernos pasar un rato entretenido por un precio asequible...).
Otras locuras del tercero...
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