Tal
vez esto sea más habitual en nuestro país que en otros universos parelelos de
nuestro entorno. Siempre se ha dicho que, salvo excepciones, quizás típicas de
la Europa del sur, en el resto del continente se conduce mejor que aquí, que allí
se respetan las nomas, etc…
Resulta
que una británica, loca o no, al borde del climaterio, con unas copas de más o
ferviente seguidora de Farruquito, se lleva por delante a un ciclista, convencida
de que los que circulan sobre dos ruedas y sin motor no merecen la vida. El que
paguen un impuesto o no, se queda en el comentario tonto de la semana (seguro
que Montoro se ha hecho unas pajillas a su salud…).
Tal
vez al otro lado del Canal de la Mancha esto quede como una anécdota o un
chiste de mal gusto, pero viendo el comportamiento de los conductores en
nuestra tierra patria y escuchando sus comentarios de cafetería, en los que
relatan sus hazañas al volante colándose a última hora en un atasco, acosando
al que lleven delante, o picándose con el Rosario de la Aurora, la historia me
ha resultado más propia de nuestras carreteras; aquí nos transformamos cuando
nos ponen un volante entre las manos, pensamos que las normas de circulación
hay que aprenderlas sólo para pasar un examen y las recomendaciones de
facilitar la vida al resto de conductores son para blanditos (y claro, aquí
somos muy machos: mariconadas, las justas…).
Quizás
por ello, la tiparraca ésta ha acreditado suficientemente que tiene derecho a
ser española. Sr. Rajoy, por favor, otórguele la residencia antes que a otro
guiri que venga comprando viviendas de lujo o comprando deuda para especular. Ella,
al fin y al cabo, parece tener un perfil típico español. Aunque tampoco sepa
cómo se llama su mujer…