viernes, 16 de septiembre de 2011

Pobres ricos. Pobres creyentes...

Que gente como éste esté en contra de que le suban los impuestos me parece lógico. Cada día es más difícil llegar a fin de mes, y con un incremento en lo que tiene que pagar al fisco igual se ve obligado a hipotecar un par de campos de golf, malvender alguna de sus chabolas o dejar de pegarse viajecitos a rebufo de Fernando Alonso (al fin y al cabo a los españoles nos ha entrado en los últimos años un furor viajero tremendo, como si fuéramos ricos empeñados en devolver al extranjero las divisas que hemos estado ingresando durante lustros al grito de “¡A por las suecas!” Si Don Emilio ahora se va a quedar sin dinero para perseguir al piloto de Ferrari, pobre, seguramente se sienta frustrado…).

Lo que no termino de ver es el enfoque que hace Rajoy  sobre el nuevo impuesto sobre el patrimonio que pretende imponer el PSOE. Resulta que conoce gente que vive de las rentas, pero a los que según él no les sobra mucho, y ahora, tras pagar el nuevo impuesto, no van a llegar a fin de mes. Pobres. ¿No han pensado en ponerse a buscar trabajo? Debe ser algo tan terrible el no haber dado un palo al agua y, de repente, verse obligado a meterse madrugón tras madrugón, soportar a un jefe (incompetente o no) y tener que sacar adelante un trabajo que no te gusta, que yo estaría traumatizado sólo de pensarlo. De hecho me solidarizo con ellos, ya que tengo mucho en común con ellos… excepto en la parte de no haber dado un palo al agua nunca.

Sin embargo, lo realmente curioso del pepero éste es que, con la que está cayendo,  se preocupa por gente que hasta ahora ha tenido una vida más o menos cómoda (que no digo yo que la existencia del heredero rentista sea un paseo de rosas; también hay tulipanes, margaritas y jacintos por la vida…), y sin embargo aboga por destruir los convenios sectoriales, quitar la poca protección que tenemos los asalariados para debatir cualquier mejora empeoramiento de las condiciones laborales cara a cara con nuestros empleadores, mojándonos fuera del paraguas que nos permite, por ejemplo, cobrar un mínimo legal por nuestro trabajo. Que si el empresario de turno cree que puedes hacer tu trabajo por doscientos euros menos al mes, ya se encargará de apretarte las tuercas en la siguiente negociación para que así sea ("La cosa está muy mal", "Todos tenemos que arrimar el hombro", "El fútbol es así", "No hay rival pequeño…"), y si no te parece bien, ahí tienes la puerta (que es otra de las aspiraciones de la Patronal: que todos los contratos pasen a llamarse indefinidos… a costa de que los despidos sean casi gratuitos. A éste paso vamos a tener que pagar cuando nos den el finiquito…).





Cambiando de tema, me ha llamado la atención el que en Francia prohíban rezar en la calle. Aunque imagino que la medida irá principalmente contra los musulmanes, como todas las medidas de éste tipo que leemos últimamente en la prensa, me congratula pensar que el centro de París no será cortado durante una semana para celebrar misas callejeras. Y que, tras imágenes como ésta, la policía, en lugar de pegar a manifestantes laicos, se dedicará a detener a gente arrodillada y con rosarios en las manos…





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