martes, 27 de julio de 2010

Cataluña y los toros





Escuece. El personal está inquieto porque en Cataluña no quieren corridas de toros. Ya se sabe, los toros son un símbolo tan español y tan españolista que claro, si un extemeño se pronuncia en contra no pasa nada, pero si el que lo dice es vasco o catalán…

La hipocresía nos puede, somos, digamos, ecologistas de café. Aquí nos llevamos las manos a la cabeza cuando vemos a los japoneses cazar ballenas. O cuando aparecen imágenes de matanzas de focas a palo limpio. O cuando vemos chapapote. Nos desagradan las peleas de perros y las de gallos. Pero las corridas… ¡que no nos las toquen! Y menos una panda de separatistas…

Así pues, ¿sabéis lo que pienso? que me cago en las corridas de toros y en su puta madre. Y lo digo yo, que nací y vivo en la capital del Reino, y soy de los que puso una bandera en la ventana cuando ganamos el mundial y todavía no la he quitado.

Estoy hasta las narices del argumento eterno: “si no fuera por las corridas, el toro bravo no existiría”. Vamos, como si no se hubiera inventado lo de las protección a las especies. Si tienen ese afán por su preservación ya podrían ponerse las pilas y comenzar evitando su calvario. “Es que un toro bravo vive a cuerpo de rey toda su vida a cambio de ese pequeño sacrificio”. Si fuera toro preguntaría si se puede negociar… Es más, prefiero una especie extinguida a que su supervivencia se base en su tortura.

Gilipolleces aparte, hoy venía en el periódico que el sector perdería una pila de millones de euros si se ilegalizaran las corridas en Cataluña. Y pienso yo… ¿y si se legalizaran las drogas? ¿no se movería mucha más pasta y se generarían muchos, muchísimos puestos de trabajo? Ah, que las drogas no se pueden legalizar... a pesar de posible beneficio económico para el Estado. En ese caso ¿por qué iba a ser un problema la ilegalización de las corridas?

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