lunes, 27 de septiembre de 2010

Ateísmo... ¡sindical!


  




Recuerdo de hace un porrón de años, en aquellos días en los que todavía creía que creía y andaba metido en la parroquia, que el párroco se enervaba con esta frase: “Creo en Dios, pero no en los curas”. Cada vez que salía el tema, bien en una catequesis, bien en una homilía, soltaba sapos y culebras al respecto. No podía concebir esa postura por parte de creyentes. Para él los sacerdotes eran imprescindibles para hacernos entender la fe, para ayudarnos a interpretar todos esos mensajes divinos. Imagino que uno de los frentes de batalla de Wojtila y Ratzinger en su lucha contra el relativismo moral es precisamente ese, dado que cada vez hay más gente que cree pero que no practica, que siente la presencia de alguien superior pero que no comulga con las teorías y, sobre todo, la praxis de la Iglesia Católica.

Tranquilos, que hoy no va de teología el tema. Pero no he podido evitar acordarme de esa frase estando a dos días de la famosa huelga general. “Creo en Dios pero no en los curas”. Que Méndez y Toxo me perdonen, pero mentando la huelga junto con la frasecita esta… ¿no se os viene a la cabeza algo así como “Creo en los derechos de los trabajadores, pero no en los sindicatos?”

Últimamente no se habla de otra cosa, en parte porque una huelga general es un tema serio, muy serio, en parte porque siempre hay alguien tocando los huevos por decreto (Esperanza, no pienses que se van a cumplir los servicios mínimos que has impuesto, tenemos todos muy reciente lo que pasó en el metro hace bien poquito) en parte porque la Santa Prensa tiene que comer y claro, es el tema de moda. Más allá de lo que nos digan en los medios, en las conversaciones de café, oigo constantemente la frasecita “Creo en los derechos de los trabajadores…”

Es curioso que casi todo el mundo con el que hablas está de acuerdo en que la reforma laboral que nos han impuesto es salvaje, que con ella vamos a perder muchos derechos a partir de ahora, y eso sin contar con las nuevas causas subjetivas que pueden plantear desde ya al juez las empresas para justificar un ERE. Y sin embargo el personal no está dispuesto a hacer huelga. Uno de los principales motivos que argumenta todo el mundo: que no se siente representado por los sindicatos. Pues tomen nota los de Comisiones y los de UGT, porque parece que el divorcio entre la sociedad ellos es más que evidente.

Si luego fracasa la huelga dirán que ellos no podían hacer más, que es culpa de la gente por haber ido a trabajar. Que si no protestamos por defender nuestros derechos ¿por qué vamos a protestar? Pensarán (no lo dirán porque es políticamente incorrecto) que tenemos lo que nos merecemos.

Hace unos días tuve una asamblea en mi empresa, convocada por los tres sindicatos con representación en ella (UGT, CCOO y CGT) en la que nos hablaron de la que se nos ha venido encima con la maldita reforma. Y sí, tienen razón, nos sobran los motivos para protestar aunque diga Zapatero que no va a dar marcha atrás. Pero cuando en el turno de preguntas más de uno les dijo ‘¿Y qué han hecho los sindicatos durante todo este tiempo?’ o ‘¿No eran suficientes cuatro millones de parados como para haberse movido antes, sin esperar a que hubiera una reforma como esta?’ los amigos se salieron por la tangente, casi indignados, diciendo que durante todo este tiempo han estado apoyando a los compañeros que llegaban con la carta de despido en la mano, que les han asesorado y ayudado a calcular el finiquito, etc. Vamos, que no sólo no reconocen que no han hecho nada sino que además nos intentaron tomar por tontos (esa labor de asesoramiento en las empresas es muy importante, pero ¿es eso luchar contra la precariedad laboral? ¿Es eso luchar contra el voraz desempleo que destruye cada vez más puestos de trabajo?).

Al final salí de la asamblea pensando que iba a hacer huelga (todo lo contrario que cuando entré). Pero que esta gente no se merece mi presencia en las manifestaciones del día 29.

Entre ese sentimiento y el mensaje colectivo y pesimista de ‘¿de qué nos sirve la huelga si la reforma ya está aprobada?’… Si a eso le sumamos que tal como está la situación laboral más de uno va a ir a trabajar estando de acuerdo con la huelga, por miedo a perder su puesto… me parece que lo del 29-S no tiene ningún futuro. Para alegría de Corbacho, Zapatero y Díaz Ferrán (al que, por cierto, le parece poco lo que nos están haciendo).

Así que creemos justa la huelga pero como todo el mundo dice que no vamos a conseguir nada no la hacemos. Nos estamos cargando el éxito de la huelga nosotros mismos. El enemigo no es el Gobierno ni la Patronal, somos nosotros. Ya nos lameremos las heridas cuando comprobemos que nos hemos quedado sin convenios colectivos. Y diremos, ‘que cabrón Zapatero, cómo nos la coló con la reforma…’

Yo no creo en Dios, pero tampoco lo niego. Creo muy poquito en los sindicatos. Pero el miércoles haré huelga, aunque no sirva de nada, aunque seamos poquitos. Yo pondré mi granito de arena. Y si nos quedamos en parque en lugar de en playa, que no sea por mi culpa.

Y por cierto: aunque la reforma esté ya aprobada se puede dar marcha atrás. Y si no, que le pregunten a Felipe González o a Aznar… Pero, para eso, hay que moverse.









2 comentarios:

  1. No es tan fácil. Yo no creo en los sindicatos. No creo que nunca vayan a hacer nada por mi. Pero no es por eso por lo que no hago la huelga, es porque simplemente creo que puede perjudicarme en mi trabajo el hecho de hacerla, y como a muchos otros les pasa, no estamos para jugárnosla. Es verdad, no me van a despedir, pero enemistarme con mis superiores por esto tampoco me viene bien.
    En parte tienes razón en que si no se participa se pierden los derechos a quejarse, es como cuando no se vota en las elecciones,pero para mi una huelga general no es la salida, tiene que haber otras formas sin tener que pasar por una jornada así.

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  2. Desde luego que hay otra salida: rezar. Si crees...

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