miércoles, 16 de septiembre de 2009

Día 12

El día comienza fuerte con la visita a la Pointe du Hoc, un lugar estratégico desde el que los alemanes defendían con cañones parte de las playas del desembarco y que fue bombardeado muy intensamente por los aliados para facilitar las operaciones. Impresiona ver el terreno tan deformado por las explosiones, así como un montón de bunkers nazis, unos en peor estado que otros.

Para continuar, siguiente plato fuerte del día, pasamos por el cementerio alemán de La Cambe. Es más sobrio que los visitados anteriormente, aunque sobrecoge igualmente, si bien aumenta esa sensación el hecho de saber que el gobierno alemán no se encarga oficialmente del mantenimiento del cementerio. Al parecer, según la Wikipedia, del mantenimiento se encarga una especie de asociación humanitaria, que gasta unos 40 millones de euros anuales en el mantenimiento de los cementerios de guerra, de los que tan sólo el diez por ciento provienen de subvenciones oficiales. Así que al visitar éste no sólo te impregnas del sentimiento de paz que emana sino que se te llena el corazón de una soledad difícil de entender: que su país no reconozca el III Reich es más que comprensible, pero los soldados siguen siendo sus soldados. Muertos por y para nada y olvidados.












Sin embargo, me llamó muchísimo la atención el hecho de que había coronas de flores de regimientos británicos honrando a los muertos alemanes. Un poco el mundo al revés, ¿no?

Estando en medio de esa paz triste no pude evitar acordarme de mi abuelo, enrolado en la División Azul y, por tanto, compañero de armas de estos a los que estábamos visitando. Y a día de hoy sigo pensando que no sé para qué fueron (salvo que sea verdad esa historia que cuentan de que, en esa España sin pan, les prometieron el oro y el moro… para luego no darles ni las gracias).

Dejamos finalmente el ‘turismo de guerra’ para dirigirnos a Rouen. Para ello damos un rodeo y cruzamos el Puente de Normandía, un impresionante puente sobre la desembocadura del río Sena.



















Ya en Rouen visitamos la catedral, bastante tocada durante la 2ª GM pero bien reconstruída, y un casco histórico de visita imprescindible (volvemos a esa arquitectura centroeuropea típica que tanto me ha gustado… y de la que hoy nos despediremos…) Alguno de los edificios tiene posibles marcas de la guerra, aunque a estas alturas y pasados tantos años no sé si será una paranoia mía…



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