miércoles, 2 de septiembre de 2009

Día 9

Entre los buffets del desayuno y las cenas a base de galletes y creppes nos estamos poniendo cebones. En mi inmensa incultura he descubierto aquí las galletes. Pensaba que todo eran creppes, dulces o saladas, y resulta que no, que las creppes son las dulces y las saladas se llaman galletes. Pensando en ellas me he acordado de una historia que nos contó Doña Gloria en el colegio. Al parecer, con los ánimos del populacho bastante encendidos, a la tal María Antonieta no se le ocurrió otra cosa que decir que “si no tenían pan, que comieran galletas”. No mucho tiempo después sería ella la que dejaría de consumir galletas (con la cabeza separada del cuerpo es un poco difícil deglutirlas). Sin embargo, con este descubrimiento de las galettes de sarracin con jambon, oeuf y fromage, ¿no pretendería la monarca que el vulgo se cebara? Bien pensado, con la barrigota a reventar tiene que ser bastante jodido hacer la revolución…

Pajas mentales aparte, hoy nos movemos por Rennes, Fougeres y Coutances. La primera de las tres es la capital de la Bretaña, y merece la pena darse un paseo por ella. En esta ciudad volvemos a encontrar casas de arquitectura medieval. Lo que apenas encontramos (salvo en un par de plazas) es gente. Hubo momentos en los que estábamos casi solitos por la calle (y no recuerdo la hora, pero no creo ni que fueran las tres de la tarde). Claro que con los horarios que se gasta la gabachería, y más siendo domingo...






Fougères es otra de las perlas del viaje. Si bien el pueblo tiene bastante buena pinta, a lo que le dedicamos la mayor parte del tiempo fue a la fortaleza. Es una pasada y la visita, bastante bien organizada, ayuda a meterse en la piel de cualquiera de los que habitaron la zona en el medievo. Te das cuenta de que, si hoy la vida humana vale poco, en aquella época no valía nada.


Eso sí, si alguien que lea esto tiene pensado ir de visita que tenga en cuenta que debe acercarse con el coche todo lo que pueda a la zona fortificada: nosotros no lo hicimos, aparcamos cerca del ayuntamiento, y hasta llegar a la zona antigua tuvimos que caminar bastante a través de un parque muy chulo, eso sí, y con una pendiente muy considerable. Esta vez la pendiente era de bajada, pero a la vuelta… Para mi el paseo resultó agradable, pero no todos estaban por andar y se oyó más de una queja en el grupo…

Finalmente llegamos a Coutances, pueblo pequeño pero con una catedral preciosa. Estamos ya en la Baja Normandía, y se aprecian en algunos lugares las marcas de la guerra a modo de (supuestos) balazos en algunas paredes, bien en el ayuntamiento o en la misma catedral. Por un lado puedes pensar que ya les vale, que deberían haberlo reparado después de tanto tiempo. Por otro no deja de ser parte del reclamo turístico de la zona: ya estamos entrando en los famosos lugares del desembarco.

1 comentario:

  1. Jajajaja. Yo me he acordado de la vez que entramos en una crepería en la Champagne, y hablando con el dueño le pedimos la receta de les crêpes. Yo ahí preparada con mi boli y mi papel y va y me dice: 100 huevos, 5 kilos de harina. Dejé de apuntar y seguí comiendo.

    Lola. (Publico como anónimo porque no sé)

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